

Un irreductible Barça, con un admirable Lamine, empata ante el Inter
Los azulgrana, liderados por el joven Yamal, logran recuperarse del 0-2 inicial en un partido memorable


Montjuïc se estremeció con un partido monumental que quedará para el recuerdo de la Champions. El Barça, un equipo primaveral, todavía con los dientes de leche, se batió con una entereza y grandeza admirables ante el Inter, un rival con mucho oficio y colmillo que juega de memoria y lleva cuatro años en busca de la Copa de Europa. El encuentro fue una oda al fútbol en la que no se reparó en la vuelta, sino que la ida se planteó como si fuera la final de Múnich. La semifinal ya es un regalo para un equipo azulgrana que acaba de ganar la Copa y lidera la Liga. La trayectoria continental ha sido suficientemente divertida y exitosa como para despertar a la afición de las pesadillas inolvidables de Roma, Liverpool y Lisboa y recuperar la reputación perdida en Europa. Nadie es capaz en cualquier caso de aventurar que pasara el día 6 en San Siro porque Lamine y el Barça tienen ganas de trascender después del ejercicio de coraje, orgullo y buen juego desplegado en el Estadio Olímpico. A mejores rivales, mayor es la respuesta de un plantel barcelonista que no repara en el gasto físico ni mental sino que su ambición no tiene límites desde la llegada de Flick y la irrupción de una estrella de 17 años de nombre Lamine.

Wojciech Szczesny, Jules Koundé (Eric García, min. 41), Iñigo Martínez, Gerard Martín (Ronald Araujo, min. 45), Pau Cubarsí (Andreas Christensen, min. 82), Pedri (Gavi, min. 82), Dani Olmo (Fermín López, min. 67), Frenkie de Jong, Lamine Yamal, Raphinha y Ferran Torres

Yann Sommer, Francesco Acerbi, Alessandro Bastoni, Yann Bisseck, Hakan Çalhanoglu (Davide Frattesi, min. 70), Federico Dimarco (Carlos Augusto, min. 55), Nicolò Barella, Denzel Dumfries (Matteo Darmian, min. 80), Henrikh Mkhitaryan, Marcus Thuram (Piotr Zielinski, min. 80) y Lautaro Martínez (Mehdi Taremi, min. 45)
0-1 min. 0: Marcus Thuram. 0-2 min. 20: Denzel Dumfries. 1-2 min. 23: Lamine Yamal. 2-2 min. 37: Ferrán Torres. 2-3 min. 62: Denzel Dumfries. 3-3 min. 64: Sommer
Calhanoglu (min. 58), Cubarsí (min. 69)
El partido empezó en el calentamiento cuando se retiró Lamine y se puso a calentar Fermín cuando el entrenador había cantado la misma alineación que en Sevilla. La alarma se desactivó muy pronto y el Barça pudo enfrentarse al Inter con el impulso que dan victorias como la del sábado contra el Madrid. La alegría azulgrana duró menos de un minuto, los segundos que tardó Thuram para rematar de tacón y a bote pronto un centro de Dumfries. La precisión y elegancia de los italianos en la jugada contrastó con la cadena de errores azulgranas por un mal rechazo de Koundé, el resbalón de Iñigo y el boquete abierto en el flanco de Martín. A los 30 segundos perdía el Barça por 0-1.
El Inter se felicitaba por el regreso de Thuram. Había recuperado el gol con el delantero después de tres partidos a cero que le han echado de la Copa y descabalgado de la Serie A. A favor de marcador, el Inter es muy mal enemigo, seguramente el peor para los equipos ofensivos como el Barça. La fórmula del 3-5-2 es un vestido para matar por su alma defensiva, el saber hacer y estar de los centrocampistas y la garra de dos delanteros complementarios, Lautaro y Thuram, jugadores que descargan la pelota, atacan el espacio y marcan goles que acostumbran a ser muy bien administrados por los planteamientos de Inzaghi. El poderío del Inter es todavía mayor si se añaden las jugadas a balón parado como se vio en el tanto de Dumfries. El lateral marcó de medio chilena una pelota caída de un salto de Acerbi.
Ni el 0-1 ni el 0-2 atemperaron la carga del Barcelona. No hay rival que rinda a los azulgranas, siempre valientes, también ante el mejor Inter. A dos tiros de Ferran que lamieron los palos de Sommer, cuando la ventaja italiana todavía era mínima, siguieron un par de jugadas antológicas de Lamine que encendieron una noche más el pebetero de Montjuïc. El extremo ganó un cuerpo a cuerpo con un atleta como Thuram, encaró a Mkhitaryan y cruzó de rosca la pelota al palo derecho del arco de Inter: 1-2. Lamine no necesita ser comparado con Messi ni con Neymar, tampoco con Ronaldinho, sino que a sus 17 años compite con sus propios goles y jugadas, a cada cual mejor, pocas tan extraordinarias como la que acabó en el larguero después de descuartizar a Dimarco. La magia de Lamine contagió a un deslumbrante Barça.
El ritmo de juego aumentaba, los tiros se sucedían, no había concesiones defensivas al Inter sino recuperaciones azulgrana y el gol se cantaba a cada llegada de Lamine, Raphinha, Olmo y Ferran. El 2-2 llegó después en una preciosa jugada colectiva por el pase preciso de Pedri, la dejada de cabeza de Raphinha y el remate de Ferran. Únicamente la lesión de Koundé rompió el encanto barcelonista en un partido tan exigente que también pasó factura a Lautaro. Flick recompuso la zaga con Eric y después con Araujo en sustitución de Martín. Al igual que en La Cartuja, Iñigo volvió al lateral izquierdo al tiempo que el Inter se esmeraba en la posesión y profundidad para explicar que tampoco se conformaba con el 2-2.
El partido se equilibró tanto que los dos equipos marcaron en un córner: 3-3. Dumfries cabeceó la pelota cruzada sobre Szczesny y Lamine dejó pasar para que Raphinha enganchara un disparo al larguero que rebotó en Sommer. La calidad física y táctica del Inter no intimidó a un Barça que acabó descamisado en la puerta del Inter. El último tiro de Lamine dio en el poste y dejó que la serie continúe en Milán. Será difícil olvidar el carácter irreductible de un Barça que, pese a su fragilidad, emociona.
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