EFE.- Desde hace dos meses, un modestocafé vecino de la casa de transición de la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se ha ido transformando en una sala de prensa improvisada que entre semana alberga a decenas de periodistas que cubren a la mandataria electa.
A unos pasos del despacho provisional de Sheinbaum, en la alcaldía Iztapalapa, al oriente de la Ciudad de México, Benjamín Núñez, uno de los dueños de Marago Café, relata a EFE que todo comenzó la semana siguiente de las elecciones del 2 de junio pasado.
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“Empieza a llegar la prensa y dicen: ‘¿Podemos pasar al baño, podemos pasar al baño?’. Y empieza todo este ‘boom’”, explica Núñez.
Ahora, cuenta que están en el diseño de un nuevo paquete en el menú, “El desayuno reportero”, que seguramente incluirá una torta de chilaquiles, que se ha convertido en un “emblema” de lo que acostumbra pedir la prensa.
“Hemos estado investigando qué es lo que les gusta comer o qué es lo que usualmente comen, y muchos dicen: ‘Oye, la verdad es que luego ni comemos’”, bromea.
De hecho, confiesa que el bajo consumo de los periodistas, sumado a las horas que a veces ocupan el espacio, comparado con la fidelidad de los “clientes de siempre” que han dejado de ir, ha resultado en una situación neutral en las cuentas.
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Sin embargo, expresa que es “un orgullo” formar parte de este momento histórico en el país, que a partir del 1 de octubre tendrá a su primera mujer presidenta, y puede contar a sus futuras generaciones que estuvo tan cerca de ella.
Una racha temporal
Pero Núñez sabe que en poco menos de dos meses Sheinbaum se irá del barrio, y entonces, el reto será recuperar a los clientes que han perdido por el bullicio y la incomodidad que puede generar la prensa, así como la falta de lugares para estacionarse o para comer.
Esto ha trastocado el vecindario de la colonia El Prado, pero también ha provocado una racha de prosperidad que se ha expandido a otros negocios que reciben felices a los periodistas cuando en el café no dan abasto.
Afuera de un restaurante en la esquina de la calle Acuario, Arturo Páramo, reportero del grupo Imagen, considera que el paso de la prensa por esta zona “ha servido para activar la economía de estas cuadras (calles)” y tiene a los negocios “contentos”.
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“Incluso, los vecinos al principio se sorprendían y se medio enojaban porque siempre estábamos en la calle haciendo ‘bola’, pero ya con el paso del tiempo entendieron que es nuestro trabajo, y ahora nos saludan”, dice el reportero, con 30 años de experiencia.
No obstante, Marago Café se ha convertido en el favorito para muchos periodistas que esperan hasta cuatro horas a que comience algún evento convocado, pues es el más cercano a las rejas por las que entra Sheinbaum en auto, lo que permite a los reporteros, fotógrafos y camarógrafos estar más cerca para abordarla.