Claudia Sheinbaum, virtual presidenta de México, ha tenido un difícil inicio del periodo de transición de Gobierno con los inversionistas. Cuanto más habla (exponiendo planes para reformar al Poder Judicial y proponer que los jueces sean elegidos por voto popular) tras la aplastante victoria de Morena, más inversionistas se han deshecho de activos mexicanos. Para prueba está el peso mexicano que es la moneda de peor desempeño en el mundo durante el último mes.
Sin embargo, la semana pasada, 18 días después de las elecciones, Sheinbaum logró su primera victoria clara en los mercados. El peso mexicano se disparó el jueves 20 de junio cuando anunció a Marcelo Ebrard, un hábil operador de política exterior, para supervisar la Secretaría de Economía. Desde entonces el peso ha ganado casi 2 por ciento.
Para los inversionistas, la decisión reveló un lado astuto y pragmático de Sheinbaum, quien estaba dispuesta a dejar de lado su propia historia con Ebrard (los dos fueron rivales acérrimos durante la batalla por la candidatura presidencial de Morena) para asegurarse de tener un operador capacitado en uno de los cargos más importantes del gabinete presidencial.
Los observadores de México desde hace mucho tiempo advierten que necesitan ver el gabinete presidencial de Sheinbaum completo (se revelarán más nombres el próximo jueves 27 de junio), pero al menos por un día, se sintieron alentados por una medida que, según dicen, podría augurar un futuro más centrista y un enfoque menos conflictivo en la formulación de políticas públicas.
“Tiene gente competente en puestos superiores y que tiene mucha experiencia”, destacó Duncan Wood, vicepresidente de Estrategia y Nuevas Iniciativas del Wilson Center.
Gabinete de Sheinbaum: Dominan perfiles técnicos sobre los radicales
Otros puestos clave del gabinete presidencial anunciados la semana pasada –incluido el exembajador de las Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente como canciller; la bióloga evolutiva Rosaura Ruiz como titular de la nueva Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación y la actual miembro del gabinete Alicia Bárcena como secretaria de Medio Ambiente– también sugirieron que los miembros más radicales de Morena no se están saliendo con la suya. Aun así, es un gabinete que no está destinado a alborotar las plumas.
Sheinbaum ‘apacigua’ reclamos de Fernández Noroña: ‘Va a seguir jugando un papel muy importante’
Al menos por ahora, el gabinete de Sheinbaum parece más técnico y no está poblado por las figuras más ideológicas de Morena. Eso aún podría cambiar si el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien probablemente seguirá ejerciendo influencia en la política nacional, la presiona para que recompense con puestos en el Gobierno de México a quienes le han sido leales. El nombramiento de Bárcena, quien se desempeñó como canciller, fue visto como un reconocimiento a los méritos del gabinete que había armado el presidente, incluso si se le asignó un cargo menos destacado que el que había ocupado antes.
Los inversionistas estarán prestando especial atención a quien es designado como secretario de Energía y al nuevo director de Petróleo Mexicanos (Pemex), la empresa estatal altamente endeudada que ha pesado sobre las finanzas públicas durante todo el mandato de López Obrador.
Otros puestos clave para el mercado son el de secretario de Gobernación, cuya función incluye servir de enlace con el Congreso en un momento en que la administración de Sheinbaum impulsará reformas, y el del nuevo jefe de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Sheinbaum también deberá contemplar las diferentes facciones que actualmente componen Morena si quiere llevar las riendas del partido. Desde su fundación en 2011, Morena ha incorporado a políticos de diversas tendencias, convirtiéndose en un grupo ideológico amorfo que se ha mantenido unido gracias a la habilidad y el liderazgo de López Obrador.
¿Por qué la elección de Ebrard fue una ‘decisión inteligente’ de Sheinbaum?
Desde su aplastante victoria el 2 de junio, Sheinbaum ha estado caminando sobre una delgada línea entre tratar de tranquilizar a los inversionistas de que su administración se basará en una gestión económica y una gobernanza sólidas y no renunciar a las reformas que AMLO había propuesto y por las que ella hizo campaña.
Ha añadido algunas de sus propias enmiendas a la lista de propuestas, pero fundamentalmente buscó demostrar que está llevando la marca del presidente.
Esa estrategia fracasó una y otra vez hasta que decidió comenzar los anuncios de su gabinete con las posiciones que más importan para los inversionistas internacionales. Han estado ansiosos por ver qué papel tendrá la inversión privada bajo una Presidencia de Sheinbaum. Las relaciones de México con Estados Unidos y otros socios comerciales importantes también están en juego.
Ebrard, en ese contexto, fue una elección particularmente inteligente. Como ministro de Relaciones Exteriores de López Obrador, quien evitó los viajes internacionales para centrarse principalmente en cuestiones internas, Ebrard se convirtió en la cara de México en foros internacionales, representando al país en las cumbres del Grupo de los 20, así como en las negociaciones con Estados Unidos.
“Trabajó en algunos de los momentos más desafiantes de la administración de Donald Trump y luego, obviamente, trabajó muy estrechamente con la administración de Joe Biden”, señaló Kimberly Breier, exsubsecretaria de Estado de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental. “Veo que este primer tramo de nombramientos de gabinete se debe, al menos en parte, a intentar mostrar una cara constructiva en puestos clave que serán importantes para los inversionistas internacionales”.
Y a pesar de ser miembro de Morena desde 2018, el estilo de Ebrard nunca llegó a igualar al de López Obrador. Mientras que el presidente insistía en volar en clase económica para mostrar su compromiso con la austeridad, Ebrard a menudo volaba en primera clase. Después de competir y perder la nominación presidencial de Morena ante Sheinbaum, denunció irregularidades en el proceso, lo que llevó a muchos a creer que abandonaría el partido.