Las claves tras el pacto de los minerales: Ucrania tiene metales críticos, pero no tantas tierras raras como cree Trump
Los últimos estudios sobre el potencial de Kiev se hicieron en tiempos de la URSS. Los especialistas no creen que los depósitos sean tan grandes y comercializables como anticipa la Casa Blanca
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Como casi todo lo que rodea a la segunda Administración de Donald Trump, el acuerdo con Ucrania para la explotación de los a priori vastos depósitos de minerales críticos en el país europeo es de lo más atípico. Primero, porque no es una reparación de guerra al uso: Washington no ha participado directamente en la contienda, sino que únicamente ha prestado apoyo económico y militar para su defensa frente al agresor ruso. Segundo, porque, aunque Kiev tiene considerables recursos minerales, algunos de ellos importantes para una transición energética que el propio Trump rechaza, hay serias dudas sobre su potencial real en el campo de las tierras raras. Justo donde Trump lleva meses poniendo el foco.
Ucrania cuenta con depósitos sustanciales de 22 de los 34 elementos que la UE engloba como “materias primas críticas” por su uso en multitud de industrias punteras, según los datos oficiales de ese país. A principios de 2022, poco antes de la invasión rusa de Ucrania, la ONU estimaba que el 5% de todos los minerales críticos que hay en la corteza terrestre están en ese país. Solo un año antes, en julio de 2021, los Veintisiete habían firmado un acuerdo estratégico que abría la puerta a una futura explotación conjunta. Un memorándum que quedó en el aire tras el ataque de Vladímir Putin.
Kiev maneja unas cifras similares a las de Naciones Unidas. “Ucrania ocupa el 0,4% de la superficie de la tierra, pero tiene alrededor del 5% del total de las materias primas críticas”, afirmaba por aquel entonces la hoy ministra de Protección Ambiental y Recursos Naturales, Svetlana Grinchuk. Hay litio, por ejemplo, un elemento clave en la fabricación de baterías, aunque una parte sustancial está en dos óblasts en conflicto: Donetsk y Zaporiyia. También cuenta con la quinta parte de los depósitos mundiales de grafito —igualmente importante en la fabricación de coches eléctricos—, Y tiene titanio y algo de uranio, aunque, en ambos casos, a mucha distancia de los principales productores del planeta.
Los depósitos minerales de Ucrania
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Hasta ahí, lo cierto y comprobable. El diablo, sin embargo, está en los detalles. Trump lleva semanas haciendo bandera de las tierras raras ucranias, a las que —afirma— les dará acceso el acuerdo. Un conjunto muy específico de 17 elementos químicos que, como su propio indica, son muy poco comunes en la corteza terrestre pero que también son fundamentales para varios sectores. Entre ellos, dos que no han dejado de ganar relevancia en los últimos tiempos: el de las energías renovables y el de la defensa.
Gracelin Baskaran, jefa del programa de minerales críticos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) y Meredith Schwartz, investigadoras asociadas al think tank estadounidense, ponen seriamente en duda que la capacidad real de Ucrania sea tan alta como presuponen las ansias de la Casa Blanca. “Hay pocos datos sobre cuán viable puede ser su comercialización: los mapas existentes [sobre los que están elaborados todos los cálculos] se hicieron entre 30 y 60 años atrás, durante la Unión Soviética, con métodos de exploración antiguos”, escriben en un análisis recién publicado.
A finales del año pasado, Roman Opimakh, ex director general del Servicio Geológico Ucranio, reconocía la evidencia: “Desafortunadamente, no hay una evaluación moderna [de las reservas]”, dejaba caer en conversación con la firma de análisis financiero S&P Global. Tony Mariano, consultor independiente con más de 40 años de experiencia en el mundo de la geología iba un paso más allá: “Hasta donde llega mi conocimiento, no hay depósitos de tierras raras económicamente viables en Ucrania. He evaluado depósitos de arcilla que pensaba que tenían potencial, pero descubrí que no son viables. Esto no significa que no haya, pero sí que se necesita hacer más exploración y evaluación”. Un brindis al sol hoy, con posibilidades de éxito en el futuro.
La propia Administración estadounidense, a través de su potente Servicio Geológico, no cita a Ucrania en el listado de países que sí cuentan con cantidades reseñables tierras raras. Una tabla que lidera, por cierto, la potencia que más sombra hace a EE UU: China, con cerca del 40% de las reservas probadas. A la zaga figuran Vietnam y Brasil, con cerca del 20% cada uno.
Al margen de su propia existencia en cantidades realmente reseñables, el segundo foco de dudas está en la capacidad de explotar estos recursos. La minería es uno de los sectores más intensivos en energía que hay, y Ucrania tiene un serio problema en ese ámbito: su capacidad de generación de electricidad ha quedado reducida a la tercera parte de lo que era antes de la guerra, según las últimas cifras de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). “Así que, antes de empezar a explorar y extraer minerales, será necesaria una expansión significativa de su infraestructura energética”, sostienen Baskaran y Schwartz.
El tercer foco, dicen, está en las previsibles reticencias de las mineras a invertir a lo grande en un país en el que los riesgos de seguridad siguen (y previsiblemente seguirán) siendo mayúsculos. “La minería es intensiva en capital y de largo plazo. Desarrollar una mina y una planta de separación toma, de media, unos 18 años y cuesta entre 500 y 1.000 millones de dólares, así que la estabilidad política y económica de la jurisdicción donde esté es crítica. Y aunque Trump, [Vladímir] Putin y [Volodímir] Zelenski alcancen un acuerdo, la amenaza de nuevos combates o de una expropiación de tierras continuará dada la propia naturaleza de este conflicto”.
Lejos del medio billón de dólares
“Aunque Ucrania tiene una variedad de depósitos minerales, no es rica en sitios de tierras raras viables y escalables. Eso sí lo sabemos”, escribe Ellie Saklatvala, analista sénior de metales de la consultora de materias primas británica Argus. “Los depósitos ucranios no se han sometido a estudios en profundidad, en parte porque la industria minera ha priorizado otros” de disponibilidad (y rentabilidad) inmediata, como los de mineral de hierro, carbón y titanio. “Así que es posible que salgan más a la luz, pero no con un valor de medio billón de dólares (476.000 millones de euros)”, zanja en referencia a la cifra mágica puesta encima de la mesa por Trump.
Un indicio más: entre finales de 2020 y principios de 2022, cuando el precio de las tierras raras se disparó y, con él, también la fiebre por la exploración de nuevos depósitos, nadie movió ficha en Ucrania. Como si no existiera. Nadie hizo una jugada por Ucrania. “Una cosa es tener tierras raras en el suelo, pero es otra muy distinta tener un depósito comercialmente viable”, recuerda Saklatvala.
Los cálculos de Javier Blas, analista de Bloomberg y una eminencia en el campo de las materias primas, son igualmente claros: “Supongamos que Ucrania fuera capaz, como por arte de magia, de producir el 20% de las tierras raras del mundo. Eso equivaldría a 3.000 millones de dólares al año. Para alcanzar los 500.000 propuestos por Trump, EE UU tendría que asegurarse más de 150 años de producción ucraniana. Un disparate”. En 2010, rememora, las autoridades estadounidenses ya cometieron un patinazo de envergadura al anunciar el descubrimiento de reservas de oro, de cobre, de hierro, de cobalto y, especialmente, de litio en Afganistán. Década y media después, y pese al aumento de la actividad minera, el país asiático sigue estando a años luz de convertirse en la potencia que anticipó Wasghinton.
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