Han subido al escenario. Se les aguardaba hace tiempo. Al igual que esos mitos que retrasan su salida frente a un público impaciente. Oak View Group (OVG, como suena en el sector) incorporará en los próximos 18 meses un mínimo de 20 profesionales a su oficina de Madrid. El grupo, dedicado a operar y crear recintos (pabellones, estadios, teatros, centros de convenciones) apuesta porque el sur del Viejo Continente empieza por España. Esa es la decisión de sus dueños, Tim Leiweke e Irving Azoff, quienes en 2015 intuyeron que sumar deporte y música eran variables de una ecuación cuyo resultado era el entretenimiento. Acertaron. OVG tiene más de 65.000 empleados, 5.000 millones de dólares (4.800 millones de euros) en inversiones comprometidas —según su web— en nuevas arenas los próximos tres años y adicionalmente cuenta con 400 recintos que gestionan. Y la empresa ya ha construido arenas (siete) en todo el mundo por otros 5.000 millones. Han tardado sólo una década en dibujar su mapa y su territorio. Denver (sede central), Londres, Nueva York, Filadelfia, Toronto, Abu Dabi y ahora, tras analizar el mercado, encienden la luz en la capital española.

El país se ha convertido en un destino del entretenimiento. Lo cuentan en la empresa: sólo Londres estrena más musicales que Madrid. Y la música en directo va como un tiro. En 2023 generó 579 millones de euros. La cifra —acorde con los últimos datos del Anuario de la música en vivo— es histórica y, además, representa un 26% más que el ejercicio anterior.

La compañía americana tenía claro que el talento debía encontrarlo fuera de casa. Toni Ortega, de 32 años, es la persona elegida para ser vicepresidente del sur de Europa de OVG. Sus responsabilidades incluyen, también, Italia y Portugal. Procede del Real Betis Balompié. Allí ha trabajado más de siete años. Defendió la camiseta del club con el número dos a la espalda del equipo de gestión. Ahora ha fichado por el coloso. Los directivos, cuenta, han escrito dos verbos en la pizarra de la estrategia: “Avanzar y crecer”. Palabras que suponen “ser agresivos y, a la vez, reflexionar mucho los proyectos”.

Ese es el equilibrio que debe encontrar. “Nuestro negocio esencial es definir, desarrollar y explotar recintos de música, entretenimiento y deporte. Y ofrecer la mejor experiencia posible tanto al usuario como al artista”, explica. El espacio existe. Daniel Loeb, uno de los gestores estrella de fondos de alto riesgo de Wall Street, recordaba en una carta a sus inversores que Europa Occidental tiene sólo un tercio de capacidad de asientos per cápita frente a Estados Unidos. Aunque OVG, por ahora, no cotice, ese vacío se puede explotar. “Porque después de la pandemia, la música y las experiencias en directo se han convertido en un catalizador de la sociedad. En bastantes mercados incluso mucho más que el fútbol u otros deportes”, subraya Toni Ortega.

OVG ya sonaba en Madrid desde que presentó junto con Live Nation (un clásico en música en directo) y Parque Metropolitano, filial del club rojiblanco, una propuesta privada al Ayuntamiento de la capital para transformar el Centro Acuático, un esqueleto abandonado de 67.328 metros cuadrados en la zona de San Blas-Canillejas, en un espacio para acoger espectáculos en directo, un pabellón multiusos, un entorno educativo, instalaciones deportivas e infraestructuras asociadas. El pleno municipal del pasado octubre aprobó un plan especial para esa parcela y la abrió a otros usos además del deporte. “Es una iniciativa pública y no puedo ir más allá”, se excusa Ortega. “Somos tres socios complementarios: nosotros tenemos la experiencia en el desarrollo de operaciones, Live Nation en música y el Atlético de Madrid es el impulsor y conector del crecimiento de esa zona”.

La futura Ciudad del Deporte ya está en marcha y el Centro Acuático representa la pieza básica del Consistorio en su plan de desarrollar la zona este de la capital alrededor del Riyadh Air Metropolitano, el estadio colchonero. La oferta de este triángulo de vértices millonarios —a través de la empresa conjunta Barsento, SL— está sobre la mesa. En verano debería haber una contestación. Sea la que fuese, “Madrid es el anclaje”, confirma. “Hablamos de una decisión estratégica de la compañía y a partir de ahí surgirán otras ciudades”. Están estudiando distintos paisajes. Cualquier aficionado pensaría en San Sebastián, Bilbao o Valencia. Ortega apunta, además, las “posibilidades de crecer” en Portugal e Italia.

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España se ha mudado a vivir al país de la experiencia. Y OVG, a través de su división 360, quiere aprovecharlo. Ofrece restaurantes, gestión de los contenidos, manejo de la seguridad, patrocinios (una de las divisiones más fuertes y que reservan sólo a sus clientes) e incluso se ocupan de que los visitantes puedan aparcar. Pueden levantar pabellones sin ser ni un estudio de arquitectura ni una constructora. “Analizamos todo lo que podría encajar. No estamos cerrados a nada”, apostilla Ortega.

La geografía española cuadra bien. Bajo un cielo casi siempre azul una gira puede recorrer estadios en cualquier época del año. Los grandes limitan su actividad, sobre todo, a junio, julio y agosto. España tiene otro tempo. “Es el país idóneo para combinar turismo, experiencia y música en directo. Aquí se han celebrado grandes conciertos”, narra. “Podemos hacer de todo, crear actividades infantiles, traer cantantes latinos o presentar en nuestras instalaciones los Premios Goya”, reflexiona. ¿Números? “No tenemos una previsión de ventas en España, pero existe capacidad para gestionar recintos de gran nivel”, asegura. Y añade: “La clave es que respondan a diversas funciones y resulten fáciles de adaptar. Nuestros recintos deben ser una experiencia por sí mismos”, resume.