Rachid Ouramdane: danza comprometida y exhibición corporal
El Centro Danza Matadero inaugura su programación internacional con ‘Contre-Nature’, una obra amable del coreógrafo francés para diez bailarines de gran virtuosismo interpretativo pero que pierde su fuerza demasiado pronto
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Los orígenes de Rachid Ouramdane (Nimes, 54 años), coreógrafo francés de ascendencia argelina marcada por una guerra, no solo están presentes de varias maneras en la narrativa de sus espectáculos, sino en las propias coreografías, que son a menudo metáforas de la vida como un viaje de superación. De carácter comprometido (con las minorías, el medio ambiente…), sus obras versan sobre el poder de los colectivos, de la comunidad, como vehículo de progresos vitales. Algo que a nivel práctico le ha servido para articular piezas con un considerable número de intérpretes que recogen en escena el poder del impulso grupal, del soporte a través del otro.
Sobre estas dos ideas, la del compromiso social y la de las coreografías grupales, descansa gran parte del éxito de su discurso, muy efectivo entre públicos diversos. El lenguaje corporal del que se nutre no hace sino añadir fervor a la hora de recibir sus espectáculos. Los intérpretes con los que trabaja, desde 2021 al frente del Chaillot–Théâtre National de la Danse en París, provienen en su mayoría del mundo del circo contemporáneo. Así que las acrobacias imposibles y absolutamente sorprendentes y el riesgo de portés, saltos y juegos asombrosos terminan de configurar la factura accesible de sus obras.
Todo esto también vive en Contre-Nature, espectáculo que se está mostrando estos días en el Centro Danza Matadero (hasta el 1 de marzo) tras pasar por el Teatro Central de Sevilla. Los trabajos de Ouramdane son habituales en España, hace un año y medio Corps extrêmes visitó el Festival Internacional Madrid en Danza con la misma acogida calurosa. Y se entiende. No falta rigor y limpieza, espectacularidad y poesía, aunque a menudo esta última se quede en lecturas demasiado manidas (la imagen del niño mirando al horizonte, por ejemplo). Pero también se echa en falta cierta profundidad y más riqueza en el léxico corporal, que acaba diluyéndose demasiado pronto, una vez se supera la sorpresa de la ejecución de los intérpretes, soberbios como grupo.
El espectáculo comienza muy arriba. Con una primera escena de corte más intimista e incluso misteriosa, como de ensoñación, para tornarse al poco en otra escena vertiginosa con el elenco al completo en escena mostrando las habilidades sobre la que se sustenta el grueso del espectáculo. Por ejemplo, en la cadencia de las caídas, con esos efectos de levitación absolutamente extraordinarios. Y es ahí, cuando los diez intérpretes de Contre-Nature están en acción, cuando el espectáculo se apodera de la escena.
Sin embargo, el gesto corporal desafiante pierde fuerza a lo largo de otros momentos y el tempo de la obra se ralentiza en la repetición. En la sucesión de solos y dúos, el material coreográfico es más endeble y el mensaje acaba perdiéndose por lugares comunes. No faltan tampoco los audiovisuales y la música original, que también son sello del discurso de Ouramdane y en esta obra, de escenografía desnuda y linóleo blanco, funcionan de manera armónica.
Contre-Nature
Coreografía y dirección: Rachid Ouramdane.
Centro Danza Matadero. Madrid.
Hasta el sábado 1 de marzo.
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