Ainhoa ha saltado y gritado en el trabajo cuando ha sabido que le ha tocado uno de los pisos de Illa Glòries de Barcelona, la mayor promoción de vivienda pública de España, sorteada este jueves por el Ayuntamiento. Tiene 45 años y es madre monomarental de un niño de casi tres. “Tengo la vivienda resuelta para toda la vida. Lo que gano no tiene precio, porque además, esta estabilidad me da tranquilidad para criar a mi hijo”, explica por teléfono esta periodista. Está exultante y se siente “privilegiada”, pero también tiene “el corazón partido”, porque se tendrá que marchar de la zona de Lesseps, en Gràcia, donde tiene a diez minutos andando a su madre, su hermano y su hermana. “Si no hubiera una crisis de vivienda tan bestia, no tendría que marcharme del barrio donde me hubiese gustado quedarme y tengo el entorno que me ayuda”, reflexiona.

Con más de 11.000 personas apuntadas al sorteo de 239 pisos públicos, el Ayuntamiento lo ha emitido por internet desde el Instituto de la Vivienda y la Rehabilitación de Barcelona (IMHAB, en sus siglas en catalán). Una retransmisión que ha durado unos veinte minutos y que ha alcanzado los 1.800 espectadores en directo. El gerente del IMHAB, Gerard Capó, ha sido la voz del sorteo, supervisado por el notario Pedro Esteban Feliu, y que se ha realizado con un programa informático del Consejo General del Notariado. El directo ha alcanzado los 1.800 espectadores.

El piso que le ha tocado a Ainhoa es uno de los 113 de la modalidad que se conoce como derecho de superficie: una compra por 75 años que da derecho a utilizar el piso, pero la titularidad se mantiene pública, para que no pueda ser traspasado al mercado libre y se pierda un parque de vivienda pagado por todos. Los adjudicatarios de estos pisos serán los últimos en entrar a vivir en el complejo de vivienda pública, a finales de este año, porque sus casos comportan más papeleo y la concesión de hipotecas a los adjudicatarios. Ainhoa estima que la entrada le costará unos 30.000 euros y el piso, que tiene dos habitaciones, sobre los 200.000. Las otras dos modalidades que se sorteaban eran alquileres sociales (15 pisos) y de precio asequible (72 pisos).

Menos suerte han corrido otros barceloneses que estaban apuntados en la lista. Roger, que ha seguido el sorteo desde Bruselas, donde se encuentra por un viaje de trabajo, también optaba a un piso de derecho de superficie. Tiene 31 años y vive de alquiler no muy lejos de Glòries. El contrato se le acaba en agosto. “Si me tocaba, significaba que nadie me podría echar”, lamenta. “Estoy triste porque hubiese sido un salvavidas. En agosto tengo que salir del piso sí o sí, los alquileres están imposibles y comprar un piso es inasumible a los precios que están”, describe el panorama que afronta.

Paula, que es de Madrid y lleva cuatro años en Barcelona, se apuntó al sorteo con su hermana. Ahora viven en el centro en un piso muy viejo, donde la propiedad está realizando un tratamiento en las vigas que se está alargando meses. Optaban a un piso de alquiler asequible en la reserva de menores de 35 años. “Había que intentarlo, no estamos contentas con el trato del administrador, la finca tiene muchos problemas de mantenimiento y tu pagas 800 euros de honorarios pero no mira por ti, sino por el casero. Me da coraje el estado en el que está el piso”, dice y muestra fotos de falsos techos a medio eliminar, con cables colgando y las vigas envejecidas.

Más tranquilidad tiene Sara (29 años, enfermera) con su alquiler. “Es un piso que está bien, antes lo había alquilado mi tía, y el precio es razonable, pero vista la crisis de vivienda no sé que pasará en el futuro”, dice. “Nos gustaría tener algo más estable y los pisos de Glòries eran una posibilidad”, apunta sobre la razón que le llevó a solicitar una de las viviendas con su pareja.

En cambio, para Diana, que le tocara un piso en Glòries le hubiese salvado de una situación muy complicada. Vive en un piso de alquiler de la empresa Vivenio, en un edificio donde los inquilinos han sido combativos reivindicando sus derechos, y tiene orden de desahucio. “No me ha tocado en ninguna de las dos listas en las que estaba apuntada (alquiler asequible y derecho de superficie). Y encima estoy en la cola, los números que han salido están muy lejos del mío en los dos casos”, detalla.

Otros, como Alexandre, se enteraron esta misma semana del sorteo y no han podido seguirlo. A primera hora de esta tarde todavía no sabía si le ha tocado piso o no, porque estaba fuera de casa y sin los papeles con el número de solicitud y número del sorteo delante. Tiene 23 años, estudia y trabaja, y ser agraciado le supondría la posibilidad de emanciparse.