La creciente polarización, especialmente la polarización afectiva—el rechazo visceral a quienes piensan diferente—, ha convertido el debate público en un campo de batalla donde las verdades incómodas se esconden y las mentiras proliferan.

• A esto se suma el papel de las redes sociales, que han revolucionado el ecosistema de la información, favoreciendo los mensajes virales por encima de los argumentos contrastados.

¿Por qué? Giovanni Capoccia, profesor en la Universidad de Oxford da varios motivos:

• Porque cada vez es más difícil distinguir entre la información veraz y la que no lo es.
• Porque la rabia es mucho más rentable y cuanta más gente enfadada, más clicks.
• Y porque los medios tradicionales perdieron el monopolio de la información y unos pocos (como Elon Musk) disponen ahora de un poder desproporcionado para manejar los algoritmos y penetrar en la sociedad.

La conclusión: lo que determina que un contenido sea valioso o no, ya no es que sea verdad o mentira, sino su viralización.

¿Hay solución?

• Los demócratas deberían regular el entorno de la comunicación política.
• Y adaptarte al discurso de las emociones de forma que sirva para apoyar los valores democráticos y restar credibilidad a las conspiraciones, explica Capoccia.

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