El destierro de la familia del acusado del crimen de la boda de Torrejón: “Nos hicieron una encerrona, tenían armas”
Los allegados del hombre que atropelló mortalmente a cuatro invitados a un enlace en 2022 aseguran que viven amenazados y escondidos y defienden la tesis del miedo


Victoria Jiménez se encontraba en casa de madrugada del 6 de noviembre de 2022 viendo vídeos en directo en redes sociales de la boda del hijo de su primo. Ella no había podido ir por la enfermedad de su padre, pero su marido, Micael da Silva, sus dos hijos y sus dos sobrinos sí que habían acudido. De repente, todas las emisiones de jolgorio se cortaron. Algo terrible había sucedido. A altas horas de la madrugada recibió una llamada de su hermano. Le comunicaba que sus familiares se habían visto involucrados en un altercado. “Me quedé loca, me fui corriendo a casa de mi madre. Desde entonces estoy amenazada”, ha relatado este viernes la mujer en el juicio en el que su marido se enfrenta a prisión permanente revisable por ese suceso terrible que cortó en seco las retransmisiones en directo: el atropello mortal de cuatro invitados en una boda en Torrejón de Ardoz (Madrid) en 2022, entre ellos un menor.
Los familiares del acusado han declarado en esta sesión por videoconferencia, por un lado, porque aseguran que se encuentran escondidos desde el día del siniestro, y por otro, para extremar las medidas de seguridad y evitar que ambas partes coincidieran en la Audiencia Provincial de Madrid. Aun así, en esta jornada se mantenía el importante dispositivo de seguridad preparado con ocasión de este proceso. “Estoy huida de un sitio para otro con mis niños. No pude ir al entierro de mi padre por culpa de ellos -los familiares de los novios- por amenazarme”, ha asegurado la mujer. Los allegados de las víctimas han abandonado la sala en el momento en el que han empezado a declarar los familiares del acusado.
Esa madrugada, Micael se presentó en el enlace de Rubén y Sonia, a las afueras de Torrejón de Ardoz, junto con sus hijos y sus sobrinos. La fiesta estaba ya avanzada y ellos entraron directamente a la celebración, no al enlace. La mujer del acusado asegura que su familia estaba invitada y que habían decidido acudir para animar a uno de sus hijos, que acababa de salir de un ingreso hospitalario por un episodio de psicosis. Los padres de los novios mantienen desde el principio que ellos no estaban en la lista de asistentes previstos, algo que desató el primer malestar.
Sobre las tres de la mañana, empezó un altercado entre los recién llegados y la familia del novio. El padre del contrayente asegura que todo empezó por una discusión sobre una botella de alcohol, otros aseguran que Micael y sus familiares hicieron fotos y vídeos inconvenientes a las invitadas. Uno de los familiares de las víctimas, Ramón Cortes, ha asegurado hoy que estuvieron “tocando las palmas de mala manera”.
-¿Cómo se tocan las palmas de mala manera?- le ha interrogado Paloma Jiménez, la abogada del acusado.
-Pues en desorden, a palmazos, chillando, cuando una persona quiere provocar – ha aclarado él.
Tras esa primera pelea, Micael y su grupo salió con familiares del novio a la calle, donde estos les invitaron a marcharse. Hubo algunos golpes y puñetazos. La mujer de Micael sostiene que su marido acabó con cortes en las manos y la cara morada, algo que no se observa en las imágenes que se tomaron del acusado en el momento de la detención, solo unas horas después del incidente mortal.

AngelesG.Visdomine Angeles G.Visdómine (EFE)
“Nos hicieron una encerrona, tenían armas blancas, pistolas y cachabas (bastones). Había disparos, yo los oí. Mi tío decía: ‘No salen de delante, nos van a disparar”, ha asegurado Tiago Teixeira, uno de los sobrinos del acusado, que huyó en el coche con él. Según su narración, su grupo pasó de ser recibido con comida y alcohol, a víctima de un ataque grupal por un motivo que él desconoce: “Había entre 30 y 40 personas pegando a mi tío. Solo sabía que teníamos que salir de ahí porque, si no, nos mataban”, ha asegurado. El testigo ha llegado a declarar que todos los hombres de la boda querían matarlos. “Pero, ¿por qué querían matarlos si estaban celebrando una boda con ellos?”, le ha interrogado después un miembro del jurado popular.
Lo cierto es que unos minutos después de que les dijeran que tenían que marcharse, el hombre y sus hijos y sobrinos se dirigieron a su coche, aparcado en la parte de atrás del complejo de celebraciones y Micael arrancó con vehemencia. Arrolló a una docena de invitados agolpados a las puertas de la sala de celebraciones, cuatro de ellos murieron, dos de ellos eran sexagenarios y otro, menor de edad. El informe pericial que elaboró la Policía Municipal refleja que el conductor aceleró a su paso por la muchedumbre.
Los hijos del hombre mayor al que todos conocían como Tío José salieron de la sala de fiestas al oír el estruendo. “Salgo y veo como un atentado con todos los cuerpos, con charcos de sangre, gente fallecida, gente con la pierna rota. Muevo dos o tres cuerpos para buscar a mi padre y veo a mi padre con los ojos cerrados”, ha relatado José Romero, uno de ellos. El hombre ha recordado de forma muy intensa esos segundos y ha empezado a gritar, para rememorar cómo lo hacía en ese momento: “¡¿Qué ha pasado, qué ha pasado?!”. La fiscal ha tenido que pedirle que moderara el tono, a pesar de la emoción, pues el alarido ha retumbado en toda la sala.
La defensa del acusado afirma que Micael no pretendió embestir a nadie, sino que se llevó a tantas personas por delante como fruto de un miedo insuperable a la familia de los novios y que llegó a oír detonaciones de disparos. En la zona no se encontraron restos de disparos ni pistolas, se hallaron algunas armas blancas bajo varios vehículos en la zona.
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