El lobo marino que apareció en una estepa de la Patagonia chilena, a casi 50 kilómetros del mar

Imagen del lobo marino en el Parque Nacional.

El lobo marino que apareció en una estepa de la Patagonia chilena, a casi 50 kilómetros del mar

El avistamiento, el primero de este tipo registrado en el parque Torres del Paine, ha sorprendido y reactivado preguntas sobre el impacto del cambio climático en la fauna

Imagen del lobo marino en el Parque Nacional.
Muriel Alarcón
Santiago de Chile – 17 may 2025 – 06:00CEST
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El sol asomaba sobre el Parque Nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena, cuando una pareja de turistas, acompañada por un guardaparques, divisó algo que no encajaba con el paisaje. No era un puma. Tampoco un guanaco ni un cóndor, especies habituales de la zona. Sobre el sendero Carretas, en la Pampa del Serrano —una planicie de vegetación baja, a menos de un kilómetro de la administración del parque— descansaba un lobo marino fino austral (Arctophoca australis). La especie, común en las costas del sur de Chile, mide entre 1,5 y 1,8 metros de largo, tiene hocico alargado y respingado, y pesa entre 90 y 120 kilos. Yacía allí, lejos de casa: a casi 50 kilómetros del mar más cercano.

Personal de CONAF capturando al lobo marino.

Era media mañana del miércoles 7 de mayo. El avistamiento —el primero registrado de esta especie en el parque nacional más emblemático de Chile— activó una cadena de reacciones. Desde el parque dieron aviso al Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), organismo con competencia legal sobre la fauna marina del país. Como el lobo fino austral es una especie protegida en Chile, no puede ser capturado ni manipulado por personas ajenas a esta entidad.

Dos horas después, un equipo de Sernapesca confirmó que se trataba de un ejemplar juvenil, de pelaje claro en el lomo, activo, sin heridas visibles ni signos de alteración. La abogada Ximena Gallardo, directora regional de ese organismo, dice que era un animal enérgico, que “se alejaba de las personas”. Trasladado en una jaula metálica a una playa del sector Río Hollemberg, a 25 kilómetros de Puerto Natales, el lobo marino se internó en el mar y comenzó a nadar sin dificultad, hasta perderse de vista.

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El lobo marino estaba a 50km del mar
El lobo marino en una estepa de la Patagonia chilena.Foto:CONAF | Vídeo:CONAF

¿Cómo llegó hasta allí?

Aunque insólito, el avistamiento tiene una posible explicación. Según Mauricio Ruiz, director regional de CONAF en Magallanes y la Antártica Chilena, el animal podría haber ingresado por el canal Señoret, en Puerto Natales, una zona de fiordos conectada al océano. Ese canal recibe las aguas del río Serrano, que a su vez se conecta con el río Grey, que ingresa al parque. Se cree que esa ruta fluvial permitió al animal avanzar varios kilómetros hacia el interior. De acuerdo con Ruiz, pudo haber remontado el curso siguiendo corrientes favorables y cardúmenes de salmonídeos u otros peces.

Paisaje del parque nacional Torres Del Paine.

Así, en el sendero Carretas, el lobo no estaba tan lejos del agua. A pocos metros, un cauce activo cruzaba la vegetación. Según Gallardo, en territorios como Tierra del Fuego, con geografías similares, ya se han documentado casos parecidos: lobos marinos que remontan ríos en busca de alimento, descansan brevemente en tierra y luego regresan al mar.

No es un comportamiento inusual. Los lobos marinos, explica el biólogo marino Jorge Acevedo, especialista en mamíferos marinos del CEQUA, Centro de Estudios del Cuaternario Fuego-Patagonia y Antártica, dedicado a la investigación científica, se alimentan y descansan en el mar, pero también en tierra, donde se asolean o se secan entre trayectos.

Para Acevedo, aunque es un hecho poco frecuente, se trata de una conducta esperable: “El lobo marino común también lo hace. Puede remontar ríos y llegar hasta lagos más al interior. Y lo mismo con la foca elefante”, explica. “Además, el lobo fino juvenil es más patiperro, más valiente, más vagabundo”.

Si bien, según Acevedo, no se trataba de un animal perdido y lo más probable es que, tras asolearse, pudiera haber regresado por sí solo al mar, las autoridades decidieron intervenir para garantizar su seguridad. La decisión, dice Gallardo, fue preventiva, dado el riesgo de desorientación o depredación terrestre.

Pero para CONAF, lo ocurrido no puede quedar como una simple anécdota. Para el director regional, es una señal de alerta: algo se está modificando en los ecosistemas del parque, y conviene mirar más de cerca. “Efectivamente, hay cambios en el comportamiento de la fauna”, advierte Ruiz. Y aunque recalca que muchos de estos desplazamientos siguen patrones naturales —“la fauna se mueve en función de la alimentación: donde hay más guanacos, llegan los pumas; donde hay más liebres, aparecen los zorros”—, no descarta que el cambio climático esté alterando rutas y hábitos. “No es nuevo: llegó para cambiar muchas conductas de la fauna”.

En un contexto de transformación ambiental acelerada, encuentros como este, tan inusuales hoy, podrían volverse más comunes. Para Ruiz, es momento de prepararse. Por eso, dice, cuando actualicen el plan de manejo del Parque Nacional Torres del Paine, pondrán especial atención a las nuevas dinámicas en el comportamiento de la flora y fauna.

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