El matrimonio entre el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el Partido del Trabajo (PT) pasa por una crisis que pone en riesgo la alianza en el horizonte de las elecciones intermedias de 2027, termómetro de las de 2030. La falta de voluntad política en el reparto de candidaturas, el menosprecio por el partido satélite y la soberbia de las cúpulas morenistas son los argumentos con los que el PT justifica la incipiente crisis que pone en jaque la alianza entre los dos partidos. De inicio, la batalla por las candidaturas se está dando en un puñado de Estados, aunque con el riesgo latente de que se extienda a lo nacional. El petismo competirá con su propia candidatura en Veracruz, pero en al menos otros seis Estados está en riesgo la alianza con Morena. “Están borrachos de poder”, califica a los morenistas uno de los liderazgos del partido que aupó desde sus inicios al movimiento fundado por Andrés Manuel López Obrador.

Tamaulipas, Campeche, Hidalgo, Sinaloa, Oaxaca y Michoacán son los Estados en donde el jaloneo por las candidaturas ha abierto la puerta a una incipiente ruptura camino de 2027. Salvo en Veracruz, en donde el PT competirá con sus siglas en las elecciones de junio de 2025. En esa entidad, Morena le ofertó al PT solo 22 de los 212 municipios del Estado, cuando ellos pedían 32. “Vamos a demostrarles que no somos chiquitos cómo piensan”, señala Reginaldo Sandoval, coordinador de la bancada petista en la Cámara de Diputados. El PT recuerda a sus todavía aliados el escenario de 2021, cuando Morena perdió espacios en el Congreso y buena parte de las alcaldías en Ciudad de México por falta de acuerdos.

Las elecciones intermedias de 2027 son el termómetro para las presidenciales de 2030, en las que el PT tampoco descarta ir solo. Los acuerdos y los resultados que logren para 2027 serán la base para consolidar o romper la alianza con Morena. El botín político no es menor, en dos años en México se renovarán 16 de las 32 gubernaturas, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas, tres de ellos gobernados por la oposición. La apuesta del oficialismo será conservar las 13 que ya tienen y arrebatarle a la oposición Querétaro, Chihuahua y Nuevo León, los dos primeros hoy bajo la Administración de gobernadores panistas y el tercero por Movimiento Ciudadano.

Morena intenta reducir la tensión con el PT con promesas de diálogo y negociación que no llegan. Los petistas, bajo la dirigencia de Alberto Anaya, se dicen tranquilos, no están peleando espacios, solo quieren lo que les corresponde. “Morena quiere todo y aun así piensa que le seguimos debiendo”, señala otro líder petista que prefiere mantenerse en el anonimato, pero que saca pecho por su partido y confía en que pueden ganar solos, no solo en un puñado de Estados, sin titubear, sino también en las presidenciales de 2030.

El descontento del PT se ha anidado en varias posiciones estratégicas del oficialismo, en la dirigencia de Morena que encabeza Luisa María Alcalde, y con los líderes estatales que, dicen, los ningunean. El Senado y la Cámara de Diputados tienen lo suyo, también ahí hay diferencias por el reparto de las presidencias y secretarías de comisiones. Como ejemplo, los petistas no conciben que un “impresentable” como el expanista Miguel Ángel Yunes presida la Comisión de Hacienda y Crédito Público de la Cámara alta.

El quiebre no alcanza a la presidenta Claudia Sheinbaum, la relación con ella es punto y aparte, refieren los liderazgos petistas. “El PT está más cerca de la presidenta y más lejos de Morena”, sostienen. En esta misma línea, refieren que la mandataria es auténticamente de izquierda, a diferencia de una buena parte de la cúpula morenista.

El PT ha ido lanzando señales que se encaminan al quiebre. En la reunión plenaria de su bancada, — reunión estratégica previa al arranque de los trabajos en el Congreso mexicano—, se puso sobre la mesa la eventual ruptura con Morena. La posible reforma electoral que plantea la bancada mayoritaria es otro punto de inflexión que pone en riesgo la coalición. La enmienda en materia electoral planteada por Andrés Manuel López Obrador, base de una nueva propuesta, propone reducir a la mitad el financiamiento de los partidos políticos, además de que desaparecen los recursos para actividades partidistas específicas y elimina los espacios de representación proporcional, más conocidos como plurinominales, planteamientos que el petismo no ha tomado bien y no piensa aprobar en esos términos.

La ruptura de la coalición pone contra las cuerdas a Morena. Sin los 49 votos que le sporta el PT en la Cámara de Diputados, pierde la mayoría calificada que le ha dado manga ancha para aprobar sin cortapisas las reformas a la Constitución. Morena y el Partido Verde solo suman 315 legisladores, es decir, quedan con un déficit de 19 legisladores para alcanzar los 334 votos que se requieren para la aprobación de las enmiendas. En el Senado, el escenario no es distinto, sin la bancada petista Morena quedaría con 81 legisladores, a cinco escaños de los dos tercios del pleno necesarios para que puedan transitar las modificaciones a la Carta Magna. “Piensan [en Morena] que solo a ellos se debe el éxito y no es así”, refieren los petistas que, dicen, no quieren pasar a la historia como el partido que no contó, que no valió, que solo fue utilizado por el oficialismo.