CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– “Está haciendo un gran trabajo Juan Ramón de la Fuente”, respondió la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia matutina del 16 de julio último a una pregunta relativa sobre los rumores de una eventual remoción del canciller, los cuales corrieron entre pasillos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y alcanzaron al cuerpo diplomático acreditado en México.

Sin embargo, la Cancillería mexicana, que jugaba un papel central durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador –en parte por las ambiciones presidenciales de su entonces titular, Marcelo Ebrard Casaubon–, en la administración de Sheinbaum, con la gestión del exrector de la UNAM, luce como una institución en segundo plano.

A nueve meses de tomar las riendas de la SRE, Juan Ramón de la Fuente ha mantenido un bajo perfil público, y se ha mantenido al margen de la relación con Estados Unidos; prueba de ello, dejó a Roberto Velasco Álvarez, el exvocero de Marcelo Ebrard, al frente de la Unidad para América del Norte, el área de la Cancillería a cargo de la relación con Washington.

El canciller ha quedado fuera de la negociación del nuevo “acuerdo general” que abarcará las materias de seguridad, migración y comercio, y que Sheinbaum propuso a Trump durante una llamada telefónica en junio último. La primera reunión en torno de este acuerdo, que se realizó en Washington el 11 de julio último, fue encabezada por Ebrard.

Sheinbaum. Defensa para el canciller. Foto: José Manuel Jiménez

De hecho, en poco menos de seis meses, Ebrard ya ha viajado en 10 ocasiones a Washington para sentarse con la administración Trump a negociar tarifas preferenciales en los aranceles; además, ha tenido tres reuniones virtuales con la administración de Trump, según indicó su equipo a Proceso

Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), ha tenido dos viajes a Washington y se convirtió en el interlocutor del gobierno de Trump en materia de combate a los grupos delincuenciales y al tráfico de fentanilo.

De la Fuente, en contraste, ha viajado apenas dos veces a Washington: la primera vez, el 27 de febrero, para acompañar al gabinete de seguridad de Sheinbaum –aprovechó la ocasión para tener un encuentro con Marco Rubio, el secretario de Estado–, y la segunda vez, en marzo pasado, para asistir a la elección del nuevo secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA). 

El canciller ha tenido cinco llamadas telefónicas con Marco Rubio y otra conversación a distancia con Christopher Landau, el subsecretario de Estado.

“Tan discreta que no se ve”

Juan Ramón de la Fuente dirigió la Misión de México ante la ONU los primeros cinco años del sexenio de Andrés Manuel López Obrador; regresó a México en septiembre de 2023, y meses más tarde se incorporó a la campaña presidencial de Sheinbaum, en la cual fungió como coordinador del grupo de expertos que organizó los “diálogos por la transformación” y diseñó la plataforma de gobierno de la entonces candidata.

El nombramiento del exrector de la UNAM en la Cancillería fue celebrado en el mundo diplomático, donde se resaltó su perfil de negociador fino y de conciliador, así como de su inclinación por el multilateralismo. Sin embargo, estas virtudes no se vieron reflejadas en la gestión de las relaciones exteriores del gobierno de Sheinbaum; De la Fuente nombró a muy pocos integrantes de su equipo propio, aparece poco en eventos públicos y no realiza conferencias de prensa.

Ebrard. Protagonismo en el gobierno de la presidenta Sheinbaum. Foto: Montserrat López

“Él piensa que hace una diplomacia discreta, pero es tan discreta que no se ve; la diplomacia pública, la visible, es inexistente, pero tampoco se observan resultados concretos de una diplomacia discreta: ni en la relación con Estados Unidos, ni en la relación con América Latina, ni abriendo nuevas áreas de oportunidades como la Unión Europea, China o Japón”, comenta a Proceso la embajadora eminente Martha Bárcena, quien representó a México en Estados Unidos durante el sexenio pasado.

El silencio de la Cancillería ha obligado a Sheinbaum a responder, desde su conferencia de prensa matutina, a las repetidas embestidas que el gobierno de Donald Trump ha lanzado contra México desde su toma de posesión. 

La Cancillería ha hecho pocos comentarios sobre los aranceles anunciados por Trump contra sectores de la economía, y tampoco ha condenado las redadas que su administración lanzó contra los migrantes, pues se limitó en expresar su “profunda preocupación” hacia los operativos.

No condenó la redada que tuvo lugar contra una granja de cannabis en Camarillo, California, el 10 de julio, que desembocó en la muerte del ciudadano mexicano Jaime Alanís García. Permaneció muda cuando el magnate destinó 170 mil millones de dólares al control de la frontera, incluyendo 75 mil millones de dólares al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), lo que la convirtió en la agencia de seguridad con mayor presupuesto en la administración estadunidense.

La dependencia no emitió comunicación cuando la prensa reveló que el gobierno de Estados Unidos había cancelado las visas de políticos mexicanos con sospecha de actividades irregulares, incluyendo el de la gobernadora de Baja California por Morena, Marina del Pilar Ávila, y no condenó la caída del acuerdo sobre el jitomate, que tuvo como efecto la imposición de un arancel de 17% sobre ese producto agrícola.

Bárcena. “Tampoco se observan resultados concretos”. Foto: Eduardo Miranda

La Cancillería tampoco actuó cuando el gobierno de Trump anunció un impuesto de 5% sobre las remesas, una medida que amenazaba con perjudicar gravemente el ingreso de familias en México. En esa ocasión la SRE prefirió delegar la labor diplomática: Juan Ramón de la Fuente se reunió con una comisión de legisladores mexicanos que viajó a Washington para tener diálogo con sus contrapartes estadunidenses. 

Preguntado al respecto, durante su presencia en la conferencia matutina presidencial del 18 de julio, De la Fuente aseveró que “el papel que jugó la comisión fue importante” y agregó que sus resultados fueron “satisfactorios” porque el impuesto quedó en 1%, aunque reconoció que “nos hubiera gustado que hubiera quedado en cero”. Esta lectura contrasta con la de Sheinbaum, quien había condenado cualquier impuesto a las remesas.

El 11 de julio último, cuando Jeffrey Lichtman, el abogado de Ovidio Guzmán López y de Joaquín el Chapo Guzmán, tachó a Sheinbaum de “publirrelacionista” del narcotraficante Ismael el Mayo Zambada. Ese día, Sheinbaum respondió al abogado; horas más tarde la Fiscalía General de la República (FGR) hizo lo propio, y la SRE permaneció muda hasta las 9:56 de la noche, cuando Pablo Arrocha, consultor jurídico de la Cancillería, subió una publicación en redes sociales para rechazar las acusaciones de Lichtman.

 

 

Consulados politizados

Al tomar las riendas de la dependencia, Juan Ramón de la Fuente anunció que la prioridad de su administración consistiría en la atención de la comunidad migrante en Estados Unidos; es decir, en la actividad consular. 

Su labor empezó con el pie izquierdo: al poco tiempo de tomar las riendas de la dependencia, creó la Coordinación General de Consulados, y ofreció el puesto a su amigo Jorge Islas López, quien había sido abogado general de la UNAM durante su rectoría, y con quien había coincidido en Nueva York durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, él como titular de la misión de México ante la ONU, e Islas como cónsul general en la megalópolis. 

Redadas contra mexicanos en EU. Sin condenas desde la Cancillería. Foto: Jae Hong / AP

Al poco tiempo del nombramiento, 16 trabajadoras del Servicio Exterior Mexicano publicaron una carta donde acusaron a Islas por acoso y hostigamiento laboral, lo que obligó el letrado a anunciar su renuncia al cargo.

 

 

Y los problemas se fueron sumando para el canciller. A principios de año, estallaron unas protestas del personal consular en varios consulados de Estados Unidos por retrasos en los pagos. En Sacramento, California, los empleados incluso clausuraron el consulado, encabezado por Christian Tonatiuh González Jiménez, un hombre cercano a De la Fuente, hasta que el gobierno intervino para regularizar los pagos.

Por si fuera poco, De la Fuente recibió una red consular integrada por figuras políticas nombradas por López Obrador en retribución de favores, y tuvo que avalar –con un supuesto examen– los nombramientos de otros políticos realizados por Sheinbaum. Aunque la mayoría de los consulados de México en Estados Unidos sigue dirigida por diplomáticos de carrera, algunos de los principales están encabezados por políticos.

Protesta en el consulado de Sacramento. Foto: Especial

Destacan el exgobernador chiapaneco Rutilio Escandón Cadenas, el exgobernador priista de Tlaxcala Marco Antonio Mena Rodríguez, Luis Rodríguez Bucio, quien fuera titular de la Guardia Nacional; Neftali Said Pérez González, otrora encargado del programa Jóvenes Construyendo el Futuro; el priista Marcos Augusto Bucio Mújica, secretario general del IMSS durante la gestión de Zoé Robledo; Humberto Hernández Haddad, otrora subsecretario de Turismo, o los políticos María Elena Orantes López y Pavel Meléndez Cruz.

Agenda indefinida

Juan Ramón de la Fuente tampoco ha impulsado una agenda internacional clara respecto del resto del mundo. Bajo la gestión de Alicia Bárcena Ibarra, al final del sexenio de López Obrador, la Cancillería se había sumado a la iniciativa de Sudáfrica de demandar a Israel ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por actos de genocidio en Gaza, pero tras la llegada de De la Fuente, la Cancillería dejó de fijar una postura sobre Medio Oriente. 

En julio pasado, la SRE ni siquiera se pronunció sobre el retiro de Irán de su cooperación con la Agencia de Energía Atómica de la ONU, pese a que el desarme nuclear ha sido uno de los temas históricos de la diplomacia mexicana.

Respecto de América Latina, De la Fuente no siguió las iniciativas de sus antecesores de colocar a México como potencia regional a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), aunque viajó a Beijing, en mayo, para participar en la cumbre de la CELAC con China.

Genocidio en Gaza. La SRE, sin posición. Foto: Abdel Kareem Hana / AP 

Esto sí, la Cancillería mantuvo la lógica de confrontación con la OEA iniciada durante el sexenio de López Obrador: a principios de junio, envió una nota diplomática al organismo internacional para rechazar las conclusiones del informe de la Misión de Observación Electoral (MOE) sobre la elección judicial del 1 de junio, en el que los expertos señalaron una serie de irregularidades y recomendaron a los otros países de la región abstenerse de replicar la elección realizada en México.

En encuentros bilaterales, el canciller se reunió en la Ciudad de México con Laura Sarabia, su homóloga de Colombia, con quien habló sobre temas migratorios, y aprovechó su viaje reciente a Brasil –donde representó a Sheinbaum en la cumbre de los BRICS– para reunirse con Mauro Vieira y Mario Lubetkin, respectivos cancilleres de Brasil y Uruguay, así como con sus homólogos de la India y Tailandia.

Con la OEA, confrontación. Foto: X / @OEA_oficial

Durante ese viaje, que se realizó el 6 de julio pasado, De la Fuente se tomó una fotografía, muy sonriente, con Serguéi Lavrov, el ministro de relaciones exteriores de Rusia, con quien “conversó sobre la agenda internacional”, indicó la embajada de Rusia en México. 

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